Relato | Una Anécdota Desastrosa
Después de decir esta breve introducción con mi estilo de humor blanco, se empiezan a escuchar varias opiniones y exclamaciones acerca de mi persona y mi trabajo en todo el salón de clases: "¡Wow!", "¡Tu papá es genial Rubén!", "¿Tu papá es taxista?", "¿Tendrá estudios?", "¿Por qué no le preguntas?", "¡Me cae muy bien el papá de Rubén!", "¿Ser un taxista es una profesión o un oficio?", etcétera, etcétera y etcétera. Yo siempre digo que cualquier trabajo (llámese una profesión o un oficio) que sea un beneficio para la sociedad y que sea fruto de mucho esfuerzo y dedicación, va a ser honrado. Y esa pequeñita filosofía siempre la he brindado a lo largo de la vida con toda mi familia: a mi querida esposa Amanda que trabaja siendo cajera de banco, a mis dos primeros hijos (Eduardo y Javier) que en la actualidad ya son jóvenes adultos y se ganan su lugar en esta vida trabajando ambos como ingenieros industriales y ahora en este preciso momento a mi tercer hijo de 6 años que apenas entró a primer grado de primaria, Rubén. En fin, la profesora al escuchar todas esas voces diversas, les dice a sus alumnos:
─¡Niños! ¡Guardemos silencio! Señor Arturo, me imagino que eso de acaba de decir es su presentación para la anécdota que nos viene a compartir ante todos los presentes en este Día de San Valentín.
─Así es profesora Lucy.
─Muy bien. Antes de que comience usted, quisiera agradecerles a todos los padres de familia que se tomaron la molestia de participar en esta pequeña dinámica de compartirnos sus historias de amor en esta fecha tan especial. Y también les recuerdo que el límite de tiempo para cada familiar es de quince minutos.
Después de decir eso, una niña levanta la mano y comenta:
─Señor Arturo, ¿entonces nos viene a compartir una de sus tantas anécdotas relacionado con su trabajo de taxista?
─Así es... ¿Gabriela? Creo que así te llamas ya que mi hijo habla muy bonito de ti.
Entonces se escuchan como una especie de aullidos de lobos por todo el salón.
─¡Oigan no! ¿Y esos aullidos? Decirle algo inocente y bonito a una niña o a una mujer no tiene nada de malo. Bueno, dejando ese pequeño asunto a un lado... ¿listos para escuchar mi anécdota?
Todos los presentes gritan un poderoso "¡Sííííii!". Mientras tanto, alcancé a percibir a Gabriela decirle a mi querido Rubén un tierno "Oh gracias. Si quieres en el recreo conversamos."
─¡Señor Arturo! ¡Le quedan doce minutos!
─¡Oh, ya voy profesora Lucy! ¡Ya voy!
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Estaba yo transportando a una adolescente como de unos 16 y 17 años. Ella se veía alta, de piel claro, ojos azules, pelo chino y se vestía con un pantalón de mezclilla de color azul cielo, sus tenis marca Nikes, y una blusa de color negro. Y si me preguntan el por qué me sé toda esa descripción, la verdad es que un día después de los hechos, acordé con mi esposa de no olvidar esa divertida y a la vez desastrosa cita. Ahorita sabrán más a detalle. ¿En qué estaba? ¡Ah, ya me acordé! Durante el viaje ella me decía que la llevara a una tienda de mascotas y como soy muy curioso le pregunté:
─¿Y que mascota es la que va a comprar en la tienda, señorita?
─Pues para serle sincera con usted y por decisión de toda mi familia, vamos a comprar un cachorro de perro.
─¡Ah pero que impresionante! Pero dígame, ¿cuál es la raza de perro que va a comprar? Y por cierto, no me hable en términos de "usted" que se siente muy gacho en mí y es como si estuvieramos conversando a una larga distancia. Tenme confianza, señorita.
─Oh, ya veo que le gusta mucho conversar con los pasajeros.
─Así es, señorita.
─Y por cierto, tampoco me diga "señorita" que me hace ver como una persona diminuta y delicada.
─¡Entendido! ¿Ahora dime cómo quieres que te llame entonces?
─Con que me digas Marisol ya es suficiente.
─Muy bien Marisol. Yo me llamo Arturo para servirte y brindarte toda mi confianza.
─Vale. Y respondiendo a tu pregunta Arturo, vamos a comprar un pug como regalo de cumpleaños para mi pequeña hermana.
─Ah, pues envíele todas mis felicitaciones a la niña. ¿Cuántos va a cumplir, Marisol?
─Oh señor Arturo. Mi querida hermanita apenas va a cumplir los cinco años.
─Muy bien Marisol. Pero espera un momento. ¿Y esa mochila azul? No me diga que va a meter al pobre animalito ahí.
─¡Ni que estuviera loca! En esa mochila solo llevo mis cuadernos y mi lapicero para ya irme a la escuela. Yo voy en el turno vespertino.
─¿No crees que ya es muy tarde para apenas entrar a la secundaria Marisol?
─Eso me dicen todos. Pero no se alarme. Lo que pasa es que solo entro a tres clases en este día. De 5:30pm a 8:30pm.
─¿Y no crees que llevas un poco de prisa para dirigirte a tus clases? ¡Ya son las 5:15pm!
─¡Así es señor Arturo! Tengo de comprar el perro y al mismo tiempo tengo que ir a la escuela. Oh, al fin. ¡Ya llegamos a la tienda de mascotas!
Después de estacionar mi taxi, abrí la puerta del vehículo y entonces ella me comentó que la esperara unos minutos en lo que ella misma iba a comprar el pug. Acepté con toda confianza y entonces ella se bajó apresuradamente hacia la tienda de mascotas. En ese momento la veía ya un poco estresada y de la nada empecé a sentir lo mismo yo al recordar que me faltaban 40 minutos para ir a la cita con mi mujer. Tardó como 10 minutos dentro de la tienda y finalmente salió ella con un adorable recién nacido pug. Entonces me dijo con una voz ya más alarmante:
─Lo siento señor Arturo pero tengo que pedirme un enorme favor. Por favor entrégale este pequeño pug a mi abuela. Esta es su dirección, la he anotado en esta hoja de papel. ¿Entendido? Me tengo que ir a la escuela pues ya es muy tarde.
─¡No espera Marisol! Lo que pasa es...
─Yo le brindo toda mi confianza señor Arturo. Y sé que tú harás lo mismo conmigo. Listo, ya me despido.
─¡Marisol! ¡Espera! ¡No le entiendo muy bien a esta letra! ¡Y yo también tengo otros asuntos por realizar! ¡Y ni siquiera me ha pagado!
─¡Yo también lo quiero señor Arturo! ¡Muchas gracias!
Esto fue lo último que me dijo antes de que se subiera al microbús y así poder desaparecer. Entonces yo con el pedazo de papel en mano y con la otra sosteniendo al cachorro me dirigí a toda prisa hacia "la dirección marcada". Y ya estando cerca de mi supuesto destino, pregunté a un vecino cualquiera que caminaba por estos lugares:
─Oye disculpa, ¿Aquí es la "calle Jacarandas"?
─Así es don.
─¿Me puede decir en donde se ubica exactamente este domicilio?
─A ver déjeme ver. ¿Jacarandas número 38, 39, 88 o 83? ¡No entiendo muy bien esta letra!
─Lo mismo digo yo.
─Ha de ser el 38, el 39 o el 83. Porque esta calle llega hasta el número 85. ¿No le dieron más referencias?
─Lamentablemente no. Y me urge conocer la dirección exacta.
─Bueno, en dado caso diríjase todo derecho para allá. Mucho éxito.
Ya eran las 5:35pm. y yo estaba más estresado aún. Visité el número 38 y resultó ser de un taller mecánico. Pregunté al número siguiente la cual era una tienda de abarrotes por una tal Marisol y la dueña del negocio no supo quién era esa persona. Total, la suerte era el número 83. Me dirigí a ella y cuando me acercaba al domicilio se veía como un vecindario. Me dije a mi mismo: "Por favor Dios que sea este domicilio para al fin poder entregarle este perro a la abuela de Marisol." Llegué al vecindario y resultó que estaba abandonado, con las puertas principales encadenadas y con un letrero pegado de cartulina de color verde fosforescente con las palabras de "se vende".
─¡Oh maldito candado! ¿Por qué me haces esto? ¿Y ahora qué es lo que voy a hacer? Faltan 10 minutos para la cita romántica con mi esposa y aún no he entregado este cachorro de pug a sus respectivos dueños. ¿Por qué yo abusé de tanta confianza hacia esa niña que no me pagó el viaje? ¿Por qué? ¡Qué mala suerte ha tenido el perro! ¡Qué mala suerte tengo yo! Pero ni modo, te me vas conmigo al restaurante.
Después de decir esto, me dirigí al restaurante con el perro a toda velocidad. Finalmente llegué a las 6:15pm y lo primero que presencié fueron de muchos nervios en cuando miré la ventana de mi vocho: primero estaba el vigilante del restaurante, serio, con la clásica regla de que "no se permiten mascotas". Y en segunda y la más importante, estaba mi esposa Amanda de pie en el sitio de la lista de mesas reservadas, y un tanto molesta causada por mi impuntualidad.
─¡Yo voy a ser el causante de que esta cita se arruine! Pero ni modo. No te puedo dejar solo en el coche. ¡Qué sea lo que Dios quiera pero tú vas conmigo a asumir las consecuencias!
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Todos en el salón de clases se lamentaron de que no finalizara la anécdota. En eso un niño levanta la mano:
─Profesora Lucy, ¿me permite unos segundos para hacerle unas preguntas al papá de Rubén?
─Ok.
─¿Y cómo termina la anécdota?
─Bueno pues al verme con el perro entre brazos, efectivamente nos corrieron a ambos del restaurante. Luego sale molesta mi esposa de ese lugar y entonces le platiqué todo lo sucedido.
─¿Y el perro?
─Pues al siguiente día del incidente llegaron Marisol y su abuela a la base de taxis muy preocupadas. Después de un largo rato de charlas y acuerdos, finalmente me pagaron el viaje y les devolví el perro.
De repente alza la mano Gabriela.
─Discúlpeme señor Arturo. Puse toda mi atención a la historia de su anécdota desastrosa pero tengo que comentarle lo siguiente: la dirección correcta era "Calle Jícamas número 83", no "Jacarandas". Lamento mucho que no le haya entendido a la letra de mi hermana mayor Marisol y todo el incidente ocasionado por mi querido pug de mascota.
!Hola¡
ResponderBorrarCon tu relato me acordé de Ricardo Arjona jajaja, los taxistas siempre tienen anécdotas, buenas y malas, en este caso, ha sido muy divertida y que bueno que la mujer se lo tomase de la mejor forma posible y vaya coincidencia de que la niña, dueña del perro, fuera compañera de su hijo.
Ha sido un gusto leerlo
Pues muchas gracias por tu comentario y me da mucho gusto que te hayas divertido con mi relato. ¡Te envío mucho saludos ContraCorriente! :D
BorrarDesde luego hay días complicados y que se te llenan de obstáculos. Estupendo relato que se lee con una sonrisa. El taxi es un mundo en sí mismo dentro de las miles de historias de la ciudad. ¡Saludos!
ResponderBorrar¡Hola David! Me alegra mucho saber que te haya encantado leer mi relato. Y pues muchas gracias por el comentario. Te envío un gran abrazo.
BorrarMe ha hecho gracia la cita desastrosa, anda que la mujer podría haber escrito la dirección con letra clara... Y el pobre taxista como para pensar que le estaban timando y que iba a desaparecer al bajarse en la tienda y sin pagar (al menos yo lo pensé)
ResponderBorrarQueda un poco confuso como anécdota al ser medio en tiempo real medio en forma de relato pero me ha gustado la idea de exponerlo en una clase, es bastante original!
Unos detalles:
"La mayoría de mis clientes las cuales son personas cercanas y familiares míos en su mayoría," -> los cuales, ya que se refiere a clientes (masculino) y además habría que poner una coma justo delante para que encuadre toda la acotación junto a la de después de "mayoría". Pero en realidad es que repites la expresión "la mayoría" y "en su mayoría" y no seria necesario. Podrías poner "La mayoría de mis clientes, que suelen ser familiares y personas cercanas, me han relatado..."
Además falta la coma del vocativo en frases como: "─¿Y que mascota es la que va a comprar en la tienda, [coma] señorita?" o "¿Cuántos va a cumplir, Marisol?" (esta ultima es clara ya que si no pones la coma parece que pregunte cuantos años cumple la propia Marisol)
Saludos!
¡Hola! Me da mucho ánimo saber que te tomas las molestias de comentar todos los errores de ortografía que se puedan presentar en el escrito. ¡Grandes observaciones Stiby, muchas gracias! En si, la idea principal de este relato efectivamente es la de un taxista que se presenta a un salón de clases para platicarles ante todos los presentes "su anécdota desastrosa" ocurrida en un San Valentín. Por lo tanto se puede interpretar como "el relato de una historia antigua dentro de otra historia que está ocurriendo en el presente".
Borrar¡Te mando un enorme saludo! :D
madremía que locura de relato xD veo que sigues bastante con el tema diálogo ^^
ResponderBorrarEl relato me ha parecido entretenido un poco confuso en alguna parte, pero sobretodo loco, todo está al revés y nada sucede como debería xD me da un poquito de pena, pero el resultado es bueno y eso al final es lo que cuenta ^^
Gracias por tus relatos y ánimo con marzo :P
.KATTY.
Pues qué más te puedo decir Katty. ¡Amo mucho que mis historias se centren en diálogos entre varios personajes! Y me alegra saber que te gustó mucho el resultado "al final de todo". ¡Te mando un gran abrazo!
Borrar¡Hola Jose Angel!
ResponderBorrarHe conocido tu blog a través de la iniciativa de twitter, por lo que empiezo a seguir tu blog :)
Te dejo el mío por aquí por si quieres pasarte también A La Sombra Del Arciano :)
Un saludo, ¡Nos leemos a la sombra!
Está bien. Acepto en seguir tu blog. :)
BorrarMuy divertido como siempre
ResponderBorrarGracias por el comentario. :3
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