UN MENSAJE DE JOSE: ¡HOLA! ¿QUÉ TAL? COMO PODRÁS DARTE CUENTA, ESTARÉ SUBIENDO POCO A POCO EN ESTE BLOG TODO EL CONTENIDO DE MI PRIMER INTENTO DE CÓMIC LLAMADO "#VIÑETAS". ESPERO NO SEA DE MUCHA MOLESTIA...

El Secuestro Del Detective Ramsés


NARRANDO MI PROPIO SECUESTRO 

En mi labor como detective de la Ciudad de México, me he dedicado a resolver los problemas más atroces que la misma sociedad ha creado. En una ciudad completamente contaminada, sobrepoblada, llena de caos y destrucción en toda su infraestructura, manifestaciones y bloqueos día tras día a causa de un cierto grupo de vándalos que solo quieren recompensas de la manera más fácil y sin el mínimo esfuerzo, pues ya no me resulta tan extraño que reciba en mi oficina privada múltiples llamadas de personas que piden el auxilio para que sus propias vidas ya no sean tan frustrantes, como lo es mi vida como tal. Y ya sé que mi profesión requiere de un razonamiento tanto lógico como verbal en cada uno de las pistas halladas para resolver cada caso criminal y por ende un mayor esfuerzo físico y a la vez mental pero realmente me encuentro ya muy cansado de repetir la misma actividad de siempre, a pesar de la buena reputación que he conseguido con el paso de los años. 

─Necesito urgentemente unas vacaciones para poder recuperar mis energías y volver a disfrutar de mi trabajo como en los tiempos en que yo era joven ─me dije. 

Así que llamé vía telefónica a mi secretaria de ojos azules Esmeralda Graciela Torreón Martínez para que les avisara sobre mi próximo destino vacacional a cualquiera que pregunte por mí. Ella no realizó algún cuestionamiento inconforme sobre mi decisión y sólo me dijo un “está bien detective Ramsés y disfrute mucho de sus vacaciones” con una tonalidad positiva y alegre. Después de esto, realicé una segunda llamada telefónica dirigida a mi querida y amada esposa Jazmín donde se contactaba desde la casa a unas cuadras de distancia en donde me encuentro, para que empezara a realizar las maletas para el próximo viaje. La noticia le cayó de sorpresa y me dijo que comenzaría inmediatamente. Finalmente luego de utilizar el “teléfono que utilizo siempre para comunicarme con cualquier persona que requiera de mi habilidad detectivesca”, salí de la oficina del edificio número 14 de la Policía de la Capital y durante la caminata por las calles de la ciudad, inconforme del pensamiento “de que mi esposa seguramente le avisará a mi única hija que se llama Rosa Valeria sobre la noticia del viaje en cuando llegue de la escuela a la casa”, decidí personalmente comunicarme con ella a través de mi celular. Esta acción sería el último momento que yo recuerde lo sucedido antes de que ocurriera la tragedia en la que tres tipejos que utilizaban pasamontañas comenzarían a golpearme hasta dejarme casi noqueado, seguido de esto me arrastrarían como perro muerto a una camioneta blindada negra y finalmente en el momento de entrar al vehículo, caí inconsciente cuando alguien más me colocó una franela con cloroformo a la nariz. 

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Desperté en una habitación completamente oscura, atado de manos y pies a una silla, con el cuerpo medio adolorido y con mi boca encintada. Cuando notaron mi despertar, uno de los secuestradores encendió el único foco incandescente, destapó mi boca de manera brusca y me dijo lo siguiente utilizando una voz distorsionada: 

─¡Ah con que ya despertaste! 
─¿En dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? 
─No digas tonterías mi detective. Obviamente te tenemos secuestrado en este lugar. 
─¿Pero por qué me hacen esta maldad? ¿No pudieron secuestrarme otro día que no sea durante mis vacaciones? 
─¡No! En realidad, secuestrar al detective más inteligente de la ciudad es nuestro mayor logro. Ahora no habrá ninguna ley que detenga nuestros próximos crímenes. 
Nótese que al escuchar esta respuesta por parte del secuestrador puedo deducir que se trata de una persona que ya sabía que yo iba a vacacionar. Si no fuese así, hubiera reaccionado algo tipo “¿Estabas vacacionando?” o “no nos importa la situación en la que te encontrabas antes”. 
─¿Y qué es lo que quieren de mí? ¿Dinero, joyas? 
─Solo queremos secuestrarte en este lugar aislado de la ciudad para siempre. Jamás volverás a ver la luz de día y estarás condenado a esta vida de miseria hasta que te mueras detective Ramsés. 
─¡No se saldrán con la suya! Tarde o temprano la justicia vendrá a través de esa puerta a castigarlos. 
─Pero por mientras, disfruta de tus nuevas vacaciones. 
─¡Auxilio! ¡Que alguien me ayude! 

Y soltando una carcajada sarcástica, me volvió a encintar la boca. Acto seguido observo a otro de los secuestradores escribiendo algo en un cuaderno. El secuestrador con quién dialogué, se acerca a él y le grita lo siguiente: 

─¿Pero qué estás haciendo animal? 
─Pues mi tarea de Cálculo Superior ─percibo una voz natural de joven universitario. 
─¿Cálculo? ¿En serio? ¡En jornadas de secuestro no quiero volverte a ver con esa libreta! 
─Pero si no termino mi tarea, no podré tener derecho a examen. 
─¡Pues lárgate a tu habitación! 
─¿Ya vamos a pelearnos de nuevo? Pues bien, vuelvo a repetirlo: ¡yo no quiero esta vida de criminal! Y voy a seguir realizando mi tarea, te guste o no. 
─¿Con que ahora me sales rebelde? Mientras sigas viviendo en este techo jovencito, mis reglas se obedecen te guste o no. ¡Guarda esa libreta ahora o si no te voy a dar tremenda bofetada! 
En mi mente se escuchaba algo tipo: “Ya siéntese señor o señora. Hasta ya parece telenovela de bajo presupuesto con sus discusiones ridículas. Ahora sí, déjenme en paz aunque esté yo secuestrado.” 

Los secuestradores, que ahora deduzco que están conformados por una familia disfuncional, salieron de la habitación sin antes apagar el foco y azotar la única puerta de manera violenta. Pero antes de terminar con este capítulo, observo una pequeña sombra visible del joven secuestrador reflejado por debajo de la puerta que está realizando la acción de buscar algo en los bolsillos de su pantalón de mezclilla y sus últimas palabras: “¿en dónde diablos estará? Y finalmente, oscuridad total. 


LA HOJA ARRANCADA DEL LIBRO DE CÁLCULO SUPERIOR 

INICIO DE LA LLAMADA. 
(CDMX─GAM, Parque Jacarandas s/n. Conversación realizada en el día 14 de octubre de 2019 a las 10:51a.m.) 
DETECTIVE RAMSÉS: Bueno, hija mía. 
ROSA VALERIA: Hola papá. ¿Cómo te va en el trabajo? 
DETECTIVE RAMSÉS: Pues ya sabes hija mía, cansado como siempre. Pero te quería llamar para poder decirte el mensaje siguiente que te vengo a dar. Primero que nada, ¿te encuentras en un lugar aislado? ¿No estás con alguna persona? Este mensaje será secreto y de suma confidencialidad, así que ¿estás lista para escucharme palabra tras palabra? 
ROSA VALERIA: ¡Ay papá con ése tono tan serio que utilizas en el trabajo! (Risas) Pero adelante, cuéntame la noticia. Aprovecha mi tiempo de descanso de 10 minutos para lo que quieras decirme antes de que entre a mi siguiente clase. 
DETECTIVE RAMSÉS: Pues bien hija mía. ¡Empaca tus cosas que nos vamos a ir de vacaciones! 
ROSA VALERIA: ¡En serio! ¡Ay pero que felicidad! Pero, ¿qué pasará con tu trabajo ahora que no estarás para servir a la gente? ¿Te dieron acaso algún permiso para disfrutar de estas vacaciones? ¿Quién ocupará tu puesto de manera temporal? 
DETECTIVE RAMSÉS: ¡Saliste más cuestionadora que mi propia secretaria! En verdad. 
ROSA VALERIA: ¡Oh papá, no bromees! Ya sabes que “la curiosidad mató al gato” pero yo quiero saber “quién lo mató”. 
DETECTIVE RAMSÉS: ¡Ésa es mi hija! ¡Curiosa! En fin, te explico: en concreto, yo no necesito pedir permiso a nadie porque soy mi propio jefe. Mientras toda la familia disfrutará de estas próximas vacaciones, Esmeralda se encargará de las llamadas telefónicas y el resto de los policías que colaboran conmigo serán puestos a prueba de sus habilidades para buscar indicios. Seguramente será una oportunidad que ellos no van a desaprovechar. Además no te preocupes demasiado de mi situación actual en el trabajo ya que solo vamos a disfrutar unos 3 días de descanso y después de ese tiempo vamos a regresar a la rutina diaria. ¿Entonces ya te convencí? ¿Ya maté tu curiosidad? 
ROSA VALERIA: ¡Ehh sí! Está bien, en cuanto salga de la escuela voy directo a la casa para poder verte. 
DETECTIVE RAMSÉS: Pues bien hijita mía, cuídate mucho y nos vemos allá en un rato. 
ROSA VALERIA: Está bien, te amo papá. 
DETECTIVE RAMSÉS: Yo también te… (Rechina una llanta y se escucha varias voces diciendo “atrapen al detective ése que está hablando en el celular”) ¿Pero quiénes son ustedes? ¿Qué hacen? ¡No! ¡Esperaahh! ¡Arg! (se escuchan unos golpes) 
ROSA VALERIA: ¿Qué está pasando papá? ¡Contéstame! 
???: Adiós. (y cuelga el teléfono) 
FIN DE LA LLAMADA. 

─Lo sentimos tanto señorita Rosa Valeria pero es toda la conversación que registró la llamada. 
─¿No puedes tratar de localizar la dirección del celular? Podría ser una pista vital para hallar a mi padre, policía Bartolomé. 
─Créeme que eso habría hecho yo desde un principio de no ser que los secuestradores tuvieran la astucia de apagar o destrozar el celular. Estamos tratando de resolver la desaparición del detective Ramsés pero me temo que nos estamos enfrentando a los criminales más ingeniosos que ha brindado esta ciudad, incluso del propio país. ¡Es horrible! ¡Ni me quiero imaginar los titulares de los periódicos de mañana! ¡Todo el ruido que generará! 
─¡Tenemos que encontrar ese celular extraviado a como dé lugar! ¡Tenemos que seguir buscando indicios en este pequeño parque! ¡Aún no me puedo creer que ahora mi padre sea la víctima de un caso criminal! 
─Pues mire señorita, las únicas pistas que encontramos son las marcas de varias huellas frescas de zapato industrial sobre la tierra y las de las llantas del vehículo sobre el pavimento. En cuanto termine de analizarse las pistas, le comunico todos los detalles y especificaciones. Por lo mientras, nos retiramos de este lugar. 
─¿Se retiran? ¡No! ¡Mi padre nunca descansaría hasta llegar a la verdad absoluta! ¡Vuelvan! 
─Le recomiendo que haga lo mismo. Y nuevamente reciba mi más sinceras condolencias. 
─¿Condolencias? ¿De qué estás hablando? ¡Pero si mi padre aún no está muerto! 

Una vez que toda la Policía de la Capital abandonara el lugar de la escena del crimen, yo, Rosa Valeria Villagómez Pineda, inconforme con las palabras de Bartolomé, decidí en la búsqueda de indicios para mi propia investigación. Comencé observando las huellas de los zapatos, luego el de las llantas y después de un rato recorriendo por todo el Parque Jacarandas sin llegar a un resultado que pudiera explicar el “cómo rayos ocurrió la escena del secuestro de mi padre”, caí sentada y rendida en la única banca pública instalada. Ya iba a lamentarme a mí misma de no poder resolver el caso cuando descubro por sorpresa un pedazo de papel doblado por debajo de la banca. ¿Y este papel qué mensaje puede contener? Desdoblo y descubro que era el formulario arrancado de un libro de Cálculo Superior. ¿Derivadas parciales? ¿Regla de la cadena? ¿Derivación direccional? ¿Mínimos cuadrados? Me dije a mí misma. 

─¡Vándalos! ¡Mira que hacerle esta maldad a un libro! ¡Seguramente debe pertenecer a la biblioteca de la escuela que está a dos cuadras del parque. ¿Pero y si esta hoja le pertenecía a uno de los secuestradores? ¡No, debo de estar loca! ¡Cómo se me puede ocurrir semejante tontería! En fin, voy a dirigirme inmediatamente con la señora Alicia Gómez para reportar este incidente. 

¿Qué más podía hacer yo por ahora? Necesitaba un cambio de escena, una pequeña distracción de todos los enigmas que han surgido en el secuestro de mi padre, así que me alejé del parque caminando con la mirada pensativa. Cabe mencionar que yo también estoy estudiando Cálculo Superior para los próximos exámenes parciales. Aunque seguía pensando en la tontería de que ése papel pudiese pertenecer a uno de los secuestradores. Pero necesitaba más indicios para probar mi argumento. Cuando llegué a la biblioteca, estaba la señora Alicia como siempre en el mostrador, me acerqué a ella y comenté lo siguiente: 

─¡Señora Alicia! Muy buenas tardes. 
─¡Mi niña preciosa! ¿Cómo estás? ¿Vienes a pedir nuevamente préstamo de libro a domicilio? ─me contestó con una gran amabilidad. Ah como quisiera que todas las bibliotecarias del mundo fueran como ella. 
─No. En realidad vine aquí para comentarte algo muy triste que acaba de ocurrirme. 
─¡Oh! En verdad que lamento profundamente el secuestro de tu padre, el detective Ramsés. 
─¿Ya sé enteró de esa noticia? ¿Pero cómo? ─me dije sorprendida. 
─¡Ay ni niña! En este momento se está haciendo mucho ruido acerca del secuestro por las redes sociales. Tu padre es un hombre muy inteligente para resolver casos y créeme que la noticia nos cayó a todo el mundo por sorpresa. Sin su presencia, ahora como sociedad estamos en peligro ante una posible nueva oleada de inseguridad. 
─Mi padre solamente deseaba descansar de su labor por unos días. Nunca me imaginaria que algo así sucediera. 
─No te sientas mal mi niña. Tarde o temprano la justicia llegará. ¡Ya lo verás! 
─Muchas gracias. En verdad que eres muy amable. Pero lo que te quería comentar desde el principio es que me encontré con un formulario arrancado de un libro de Cálculo Superior por la banca pública del parque. 
─¿Una hoja arrancada del libro de Dennis G. Zill? ¡Pero qué malvados! ¡Una que hace el intento de ser amable con las demás personas y le pagan de esta manera tan grosera! 
─Tu no haces el intento, lo eres en verdad. Y créeme que también me dio mucho coraje de ver cómo una persona nefasta haya maltratado de esa manera a uno de los tantos libros que siempre nos prestas. 
─¿Me acompañas a revisar el estante a ver si uno de estos libros almacenados le pertenece a esta hoja? 
Después de unos minutos de verificar si estaba el libro con la hoja arrancada, llegamos a la siguiente conclusión. 
─¡Aquí no aparece el libro! Seguramente debe de estar prestado a alguien que aún no lo ha devuelto. Y el registro marca que solamente dos personas van a devolver los últimos ejemplares que faltan el día de hoy. 
─¿Cuáles son sus nombres, señora Alicia? 
─Uno es Alberto Benítez Díaz. 
─Ni idea de quién sea el tipo. 
─Y el segundo es un tal Jacinto Ulises Reyes Torreón 
─¿Jacinto Ulises? Él es uno de mis mejores amigos en el salón de clases de Cálculo Superior. No puede ser él. 
─Pues eso espero. Porque si no es así, la regañiza y la multa costosa que se le espera. 
─En fin señora Alicia, nos vemos en otra ocasión. 
─No, al contrario mi niña hermosa. Cuídate mucho. 

Y entonces me despedí de la dulce señora de la biblioteca y salí de ése lugar para dirigirme a mi casa donde seguramente mi madre debe de estar lamentándose en un profundo llanto mientras la noticia del secuestro de mi padre, el detective Ramsés, ya circulaba por toda la ciudad. Ya en mi caminata por las calles me topé con Jacinto, un joven adolescente de 19 años que era alto pero un poco llenito de peso y él no tardó un segundo para decirme lo siguiente: 

─¡Valeria! ¡Hola! ¿Cómo estás? 
─Hola Ulises, ¿pues qué te digo? Estoy bien, aunque siendo honesta contigo, me siento un poco cansada de estudiar para los próximos exámenes. Pero cuéntame, ¿a dónde te diriges? 
─Yo voy a la biblioteca para entregar un libro de Cálculo Superior. Es mi último día para renovar el libro o de lo contrario, pagaré la multa. 
─¡Oh ya veo! ¿Puedo echarle un vistazo? 
─Pero si ya sabes cuál es el libro que siempre trabajamos en clase. En fin, aquí está. 

Cuando Jacinto me entregó el libro, simulé hojear el libro de Zill hasta que me topé con el apartado de “Formulario”. Y para mayor sorpresa, encuentro el lugar donde había sido arrancada la hoja que apareció en el Parque Jacarandas. 

─¿Puedo preguntarte qué estás haciendo? 
─¡Eres un monstruo! ¡Cómo te atreves a hacerle daño a este libro! ─estallé en grito. 
─¡Valeria, por favor no le digas a la señora de la biblioteca! ¡No es lo que parece! 
─¡Ya es demasiado tarde Jacinto Ulises! La señora Alicia ya se enteró y está en la búsqueda de la persona que arrancó la hoja faltante. 
─¿Pero cómo rayos se enteró de esto? La señora rara vez revisa los libros que han sido prestados. 
─Se enteró porque fui yo quien se encontró con la hoja arrancada en el asiento público del parque. ¡Ahora bien, explícate! ¿Dónde está mi padre? ¿Qué estabas haciendo en el parque? 
─¡Oye, tranquilízate! No entiendo de lo que estás hablando. 
─Mi padre ha sido secuestrado por unos maleantes. Y la única pista que cuento es la hoja. 
─Oh lamento mucho por lo que estás pasando. Pero en mi defensa tengo que decirte que me estás echando la culpa de algo que ni siquiera recuerdo bien. Si bien es cierto que camino todos los días por ese parque, la verdad es que yo había pedido desde la semana pasada por ese libro para estudiar. Y en cuando llegué a mi casa, noto que al libro le faltaba esa hoja que tanto mencionas. Por favor créeme, yo no arranqué esa hoja. 
─¿Y por qué no lo reportaste con la señora Alicia a tiempo? 
─Por tarugo. Ahora me doy cuenta que he metido la pata. Y ni siquiera soy el responsable del libro dañado. 
─Pero está a tu nombre bajo registro. Así que eso te convierte en responsable y solamente espero que no me estés mintiendo. 
─¡Yo jamás te haría daño! ¿Cuáles serían las razones para hacerlo? 
─No sé, tu dime. En fin, nos vemos en otra ocasión. 
─Pero Valeria… 

Y finalmente me alejé de Jacinto Ulises para dirigirme a la casa de mi madre. En cuando llegué, tenía varios sentimientos encontrados, desde la tristeza y melancolía por verla profundamente destrozada hasta la duda y el misterio por seguir resolviendo el caso. Para este entonces, seguramente toda la ciudad ya se ha sorprendido por la noticia que andaba circulando por todas las calles. 


LA PIEDRA ARROJADA A MI VENTANA CON LAS PISTAS CLAVE 

Han pasado más de dos meses sin alguna señal reciente sobre nuevos indicios que pudieran encontrar con los secuestradores de mi padre. Durante este periodo de tiempo he presentado mi examen con una calificación regular. Y digo regular porque andaba medio distraída por pensar en el caso a resolver. El Jefe de Policía Bartolomé había comentado en una conferencia de prensa que todas las huellas encontradas en el Parque Jacarandas pertenecían a cuatro secuestradores y a la víctima como tal. Se encontraron diminutos residuos de tela húmeda con cloroformo entre las huellas del neumático que pertenecían a una vagoneta pero no se hallaron huellas dactilares o lo que sea para identificar por lo menos a una persona involucrada. Todos lo que cometieron el acto utilizaron zapato industrial y se sabe que la medida de los calzados eran de 6, 7, 7/2 y 8 respectivamente. En resumen, se sabe mucho de la descripción del secuestro pero nada se ha avanzado en la búsqueda de nuevos indicios para la investigación. Y por si te lo preguntas, en el parque no había cámaras de seguridad. ¡Vaya pelmazo! La secretaria Esmeralda Graciela después de que se enteró que “su patrón” había desaparecido, renunció. Dijo “sentirse muy triste por la noticia y que ahora que el detective Ramsés ya no está trabajando, pues ya no valía la pena seguir con el empleo”. Así tal cual. Con esa declaración podría ser una gran sospechosa a no ser que en todo este tiempo que había transcurrido en el secuestro, ella se encontraba como siempre en la oficina de la Policía de la Capital. Con Jacinto Ulises, hijo de Esmeralda, como era de esperarse, le dieron tremenda regañiza por parte de la señora Alicia y ella no sólo lo obligó a pagar la multa sino que también debía de adquirir un nuevo libro de Cálculo Superior para donarlo a su biblioteca. Desde ese momento, no volvió a dirigirme la palabra. Los ciudadanos empezaron a sentirse muy inseguros ante toda la nueva oleada de vandalismo y por qué no, de robos y extorsiones. ¿Quién iba a creer que la desaparición del gran detective Ramsés pudiera crearse todo un caos? No había señales de que si estuviese vivo o muerto, no había nada. Todos en la ciudad han mencionado a este acontecimiento bajo el título de “El gran secuestro de la era moderna nacional”. Suena una exageración o no, eso está bajo tu propio criterio. 

El punto es que todo lo anterior me ha convertido en una persona muy monótona. Ya no tenía más motivos para seguir con esto, Dejé mis teorías locas sobre la hoja arrancada que me encontré en el Parque Jacarandas y por primera vez dejé de llamarme como “la gran hija del detective que alguna vez trató de buscar a su padre y que fracasó rotundamente”. Así que ahora me encuentro sentada y recargándome en la mesa de mi pequeño escritorio dentro de mi habitación, sumergida en varios libros de ingeniería, y observando la única ventana que podía sentir y visualizar un poco de color a mi vida como lo es ahora. Ventana que, de repente, me interrumpió abruptamente todos mis pensamientos pues una piedra fue arrojada desde afuera y después del inmenso susto que sentía, me asomé enojada desde la ventana, ahora ya rota, para ver a un chico joven que calzaba zapatos industriales.

─¡Ey! ¡Quédate ahí! ¿Cómo te atreves a romper mi ventana? ¿Estás mal de la cabeza? ─grité toda enojada.

Ya estaba a punto de salirme de la casa cuando me detuve pensando en lo siguiente: ¿El tipo que arrojó la piedra acaso será uno de los secuestradores? ¿Estará solo el maleante o también están sus acompañantes esperándome en la puerta? ¿Vendrán ahora por mí o mi madre? ¡Pero si estoy sola en este instante! ¡Mamá aún no llega de su trabajo! ¡No voy a ser estúpida para cometer tan terrible error! ¡Tengo que regresar a mi habitación para revisar la piedra! ¡Sí! ¡Eso haré primero!

Cuando volví a mi habitación, revisé la piedra y contenía un pedazo de hoja pegado con un breve mensaje: "¡DEJA DE PENSAR QUE SOY UNO DE LOS MALEANTES Y SÁL DE TU CASA! ¡TENGO ALGUNAS PISTAS CLAVES QUE CONTARTE!"
─¡Muy astuto! ¡Pero no pienso salir de mi casa sin siquiera conocer tu nombre! ─le grité al tipo desde la ventana rota.
─¡Me llamo Alberto Benítez Díaz! ¡Soy uno de los compañeros de tu novio Jacinto! 
─¡Jacinto no es mi novio! ¡Es mi mejor amigo! Bueno, aunque ahora estamos pelead... ¿Espera un momento? ¡Ni siquiera te conozco! ¿Cómo te enteraste de mi dirección?
─¡Tu novio me..
─¡Qué no es mi novio! ¡Tarado!
─¡Bueno, tu amigo Jacinto me dió la dirección para decirte que lo perdones por haberte dejado de hablar después del incidente del libro! ¡Pero sál de tu casa para contarte con más detalle!
─¿Y por qué traes zapatos industriales?
─¡Pues porque apenas vengo saliendo de la última clase que fue en Laboratorios Pesados!
─¿Y por qué no vino entonces Jacinto a disculparse conmigo?
─¡Pues porque tenía que regresar a su casa para terminar su tarea!
─¿Quién eres? ¿Por qué rompiste mi ventana? ¿Por qué no te acercaste en la escuela a conocerme mejor?
─¿En verdad no piensas salir de tu casa?
─¡Obvio que no!
El tipo sacó de su bolsillo del pantalón de mezclilla un celular y dijo con una voz más seria lo siguiente: "La hija del detective Ramsés no va a salir de su casa. Plan B".

Y después de eso, aparecen los otros 3 tipejos cubiertos de sus caras con pasamontañas para tratar de romper la puerta principal de mi casa. Mientras seguían rompiendo la puerta, yo en mi habitación estaba diciéndome: ¡Lo sabía! ¡Sabía que esa persona era uno de los secuestradores! ¡Y muy estúpido porque reveló su propio nombre! ¡Ahora debo de investigar a fondo todos los nombres de sus familiares y vínculos cercanos! Pero espera, ¡tengo que escapar primero de la casa porque se aproximan esos tipos para secuestrarme! ¿Estará papá bien? ¿Y si me dejo secuestrar? ¡Cómo puedo ser tan irresponsable! ¡Ni loca! ¡Pero también quiero saber si papá está bien! ¡Ahorita no es momento para esos pensamientos! ¡Estoy en medio de un intento de secuestro! ¡Ttengo que llamar inmediatamente a la policía para que arresten a estos tipos y confiesen en dónde se encuentra mi padre! ¡Eso haré!
Y tomando el teléfono de mi habitación, marqué el número de la Policía de la Capital.

INICIO DE LA LLAMADA. 
(CDMX─GAM, Calle Ajolote #22. Conversación realizada en el día 17 de enero de 2020 a las 9:11p.m.) 
POLICÍA BARTOLOMÉ: ¡Policía! ¿Cuál es su emergencia?
ROSA VALERIA: ¡Bartolomé! ¡Qué bueno que estás en la línea! 
POLICÍA BARTOLOMÉ: ¿Valeria? ¿Eres tú? ¡Suenas asustada!
ROSA VALERIA: ¡Sí! ¡Soy yo, la hija del detective Ramsés! ¡Auxilio! ¡Estoy sola en mi propia casa y están intentando entrar los secuestradores de mi padre!
POLICÍA BARTOLOMÉ: ¿En verdad? ¿Y cómo sabes que son ellos?
ROSA VALERIA: Uno de ellos ya me reveló de manera estúpida su nombre. Pero te lo contaré después. Necesito que vengan (se rompe una puerta cercana a la persona que está en la llamada)... a... ¡Esperen! (Una voz distorsionada: ¡Atrápenla! ¡Que no escape!) ¡No! ¿Qué le hicieron a mi pad... mmnnnn... mmmnnn...
POLICÍA BARTOLOMÉ: ¡Valeria! ¡Vamos allá! ¡Resista! 
???: ¡Ya es muy tarde! (y cuelga el teléfono)
FIN DE LA LLAMADA.

Como era de esperarse, los secuestradores lograron romper todas las puertas de mi casa y secuestrarme antes de que llegara la policía. Y antes de desmayarme con el cloroformo pude observar que llevaban los cuatro tipejos, zapatos industriales. Quizás los involucrados estaban en la misma clase en los Laboratorios Pesados antes de la hora del secuestro. ¿Con qué fin intentan secuestrar a toda mi familia? ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Mi papá seguirá con vida? Ya ni siquiera quiero pensar en cómo se sentirá ahora mi mamá cuando llegue de su trabajo y vea la casa toda destrozada. Y peor aún, cuando toda la Policía le dé la noticia de que yo, la hija del detective Ramsés, esté ahora secuestrada.

Muchos pensamientos. Y muchas preguntas que espero conocer las respuestas en el siguiente capítulo.


NARRANDO NUESTRO PROPIO SECUESTRO

Y aquí vamos de nuevo. ¿Lo narro yo o lo narras tú, hijita mía? ¡Mejor lo narramos juntos, papá! ¡Al fin y a cabo vamos a estar los dos en la misma habitación completamente a oscuridad! ¡Pero los lectores se van a confundir más de lo que ya están! Pues ni modo, se van a tener que imaginar los diálogos de todos los personajes que lo estén diciendo. Total, ya estamos en el climax de la historia. ¿Y si mejor narramos este capítulo en tercera persona? ¡Definitivamente es el relato más extraño que hemos escrito! Pero tienes toda la razón papá, cambiemos de narrativa. En fin, vamos a continuar con este drama exagerado.

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Una cubetada de agua fría despertó del sueño al detective Ramsés y a su hija, Rosa Valeria.
─¡AAAAAAAAA ESTÁ MUY FRÍA! ─dijo el detective Ramsés espantado del baño de agua.
─¡PERO QUÉ LES PASA, SECUESTRADORES IDIOTAS! ─dijo Rosa Valeria, gritando enojada.
─¡Hija! ¡Ése vocabulario! ─cuestionó a su hija el detective Ramsés.
─¿Ya despertaron de sus siestas? ¡Qué bueno! ─dijo uno de los secuestradores que resulta ser...
─¡Ey Alberto! ─ni me dejaste terminar de escribir lo anterior. Pero tienes toda la razón, Rosa Valeria.
─¿Alberto? ─expresó el detective Ramsés con mera duda.
─¡Más te vale liberarme de esta silla o la condena en la cárcel será aún de mayor duración! ─siguió gritando la Valeria.
─¡Ay ya cállate babosa! ¡Cómo fastidias! ─expresó malhumorado el Alberto.
─¿Cómo me dijiste? ¡Repítelo, cara...mmnnnn... mmmmnnn! ─gritó esto Valeria antes de que Alberto le encintara la boca.
─¡Muy bien! Ahora que su hija por fin pudo guardar un poco de silencio, detective, le voy a contar todo acerca de nuestro plan y de lo que va a pasar con ustedes. Porque eso hacen todos los villanos de las películas, series, cómics... ─dijo Alberto.
─Exactamente, eso hacen todos los villanos de "caricatura", más nunca lo hacen en la vida real ─cuestionó el detective Ramsés.
─¡Ni se le ocurra romper la cuarta pared detective! ¡Ya hay bastantes historias con esa tontería de trama! ─alzó la voz Alberto.
─¡A mi me suena que estamos en una telenovela con drama exagerada y sin ningún sentido ─dijo Ramsés.
─¡Oh felicitaciones detective! ¡Al fin descubres la obvia sinopsis de este relato! ─dijo con un tono sarcástico Alberto.
─¿Relato? ¡Pero si soy yo quién está narrando su propio secuestro! ¡No ustedes! ─se preguntó el detective Ramsés.
─Mmmnnn... mmnnnn... mmmmnnnn... mmnnn... ─dijo Rosa Valeria.
─¿Qué fué lo que dijo su hija castrosa? ─preguntó el secuestrador Alberto.
─Pues quítale la cinta, genio ─dijo Ramsés.
─¡Papá! ¡Se supone que este capítulo estamos narrando "nuestro" propio secuestro! ¡Nosotros dos! ─dijo Rosa Valeria después de que Alberto le quitara la cinta.
─¡Ah si cierto, hijita mía! ¡No te enojes! ¿Quieres que narre lo que le ocurrirán a estos secuestradores por estropear nuestras vacaciones? ─dijo esto el detective Ramsés. 
Enseguida, el secuestrador Alberto le da una bofetada al detective Ramsés y dice en voz alta lo siguiente:
─¡NO LO HARÁS DETECTIVE RAMSÉS! ¡LO HEMOS SECUESTRADO A USTED, A SU HIJA Y A CONTINUACIÓN, VAMOS A SECUESTRAR TODA SU NARRACIÓN EN ESTA HISTORIA! Y de paso, secuestraremos a su querida esposa. 
Y después de esto, el secuestrador Alberto Benítez Díaz suelta una enorme carcajada. El detective, sorprendido, expresa lo siguiente:
─¡Qué diablos! ¿Y cómo piensas secuestrar toda mi narrativa?
─¡Papá! ¡Entiende que estamos narrando los "dos"! ─dijo esto Rosa Valeria.
─¿Cómo piensas secuestrar nuestra narrativa? ─se autocorrigió el detective Ramsés.
─Pues muy fácil. Le cortaremos toda la lengua para que deje de narrar. ─dijo en tono serio, Alberto.
─¡NOOOOOOOOOO! ─se escucha un grito de espanto por parte de Rosa Valeria.
─¡Bromita! ─dijo esto Alberto, ya con un tono más burlezco.
─¡Ay qué susto! Por un momento, pensé que estábamos secuestrados por un grupo de traficantes de órganos y esas cosas sádicas ─dijo el detective Ramsés.
─¡Pero si tú quieres, entonces NO ES BROMITA! ─dijo con mayor burla y maldad, Alberto.
─¡Oh no! ¡Esto es nuestro fin! ─dijo Ramsés ya un poco asustado.
A continuación, el secuestrador Alberto dice en voz un poco alta lo siguiente. Les recuerdo que todavía seguimos en la misma escena de la habitación casi a oscuras.
─¡Padre! ¡Trae el sartén para dejar inconsciente al detective Ramsés y poder terminar con este plan! ¡Te recuerdo que después de esto, ya no seguiré cometiendo más crímenes! ¡Debo de seguir estudiando los temas del jodido Cálculo Superior para los exámenes finales! 
─¿Cálculo Superior? ¿Espera un momento? ¿De casualidad tú fuiste quién arrancó una hoja del formulario del libro escolar de Cálculo Superior por aquellos días del mes de octubre? ─cuestionó Rosa Valeria.
─¿Del autor Zill? Si, ya lo recuerdo mejor. ¡Sí fuí yo! Arranqué esa hoja para, según, tratar de hacerlo acordeón durante el primer examen parcial pero la perdí durante mi caminata por el parque. Total, me da igual lo que le pasó esa hoja. Y solo tuve que imprimir otro formulario que busqué por internet y ya. ¿Tenía algo de relevancia esa hojita Rosita? ─dijo el secuestrador Alberto.
─¡Pasaste el primer examen haciendo trampa! ¡Utilizaste un acordeón! ¡Y encima todo este incidente de la hoja arrancada ocasionó que le echara la culpa a mi mejor amigo, Jacinto! ─dijo esto Rosa Valeria.
─¿Jacinto Ulises? ¿Tu novio? ─dijo Alberto.
─¡Qué no es mi novio! ─alzó la voz la hija del detective Ramsés.
─¡Bueno, ya fue suficiente de tus quejas Rosita! Creo que llegó el momento de revelar a las demás personas que ayudaron en este secuestro, porque definitivamente ya estamos haciendo mucho relleno en esta historia ─dijo esto Alberto Benítez Díaz.
Después de este diálogo, qué casualidad que otro joven entra a la habitación a casi oscuras. Y dice lo siguiente:
─¡Ey Alberto! ¡Tu papá dice que continúes alargando este relato en lo que termina de ver su programa de televisión!
El detective Ramsés y sobretodo, la hija del detective Ramsés, se quedan sorprendidos cuando el segundo secuestrador resulta ser Jacinto Ulises.
─¿Jacinto? ¡No puede ser verdad! ─dijo esto estando muy decepcionada Rosa Valeria.
─Hola Valeria. Ése regaño que me dió tu amiguita la bibliotecaria fue la punta del iceberg para que yo pudiera enterarme de las hazañas de mi amigo Alberto. Y mejor aún, ése regaño fue también el origen para que yo pudiése ser cómplice de todas sus travesuras ─dijo esto Jacinto Ulises Reyes Torreón.
─¡Cómo pudiste hacerme esto! ─dijo esto la hija del detective.
─¡NO! ¡Tú cómo pudiste atreverte a acusarme con la bibiotecaria! ─cuestionó el mejor amigo de Alberto.
─¡Tenía que hacerlo! ¡Era hacer lo correcto! ─dijo Rosa.
─¡Ay que buena persona! ¡Lamentablemente eso te orilló a dónde te encuentras el día de hoy, ¿verdad Vale? ─dijo esto Ulises.
─¡Jacinto! ¡Libera a mi hija ahora mismo o voy a tener que acusarte con tu mamá de todas estas maldades que haces ─alzó la voz el detective Ramsés.
Después de esta frase, Jacinto Ulises dijo lo siguiente:
─¡Mamá! ¡Tu ex-patrón me está amenanzando!
El detective Ramsés queda boquiabierto cuando se entera que la siguiente persona en entrar a la habitación resulta ser Esmeralda Graciela Torreón Martínez, su ahora ex-secretaria de ojos azules.
─¿Amenazando a mi hijo, detective Ramsés?
─Pero... pero... pero... pero... pero... pero... ─sigue sorprendido el detective.
─Ay mi detective. Le seré muy honesta contigo. Simplemente me coludí con ellos porque ya me sentía muy aburrida contestando llamadas en la oficina. Y quería hacer algo distinto y muy alocada. ─dijo esto Esmeralda.
─¡Ni se atreva a coquetearle a mi papá! ─dijo esto Rosa Valeria.
─¡HIJA! ─gritó esto el padre de Rosa Valeria.
─¡No! ¡Tiene toda la razón tu hija! No pienso seducirlo antes de matarlo ─dijo esto la ahora ex-secretaria de ojos azules.
─¡ESMERALDA! Por Dios... ¿en verdad quieres matarme? ─alzó la voz el ahora ex-patrón de Esmeralda.
─Pues si. ─dijo Esmeralda.
─Lamento interrumpir toda esta revelación pero ¿ya podemos quitarle su narrativa? ¡Me estoy aburriendo de tanto diálogo!─dijo esto Jacinto Ulises.
─¡Aún no Jacinto! Tenemos que esperar a que mi padre nos traiga el sartén para dormirlo de un buen sartenazo y así poder extraerle la lengua ─dijo esto Alberto Benítez.
─¡Menudos secuestradores retorcidos! ¡Ya estoy enloqueciendo de todas sus conversaciones sin sentido en todas estas semanas en las que yo estoy secuestrado! ¡YA DUÉRMANME DE UNA BUENA VEZ! ─dijo esto el detective Ramsés.
Una cuarta voz se escucha lo siguiente cuando va llegando a la habitación oscura.
─¡TUS DESEOS SON ÓRDENES MI DETECTIVE!
Y si pensaban que el detective Ramsés ya estaba soprendido con todas estas revelaciones, aún se sorprenderá todavía más cuando se entere que el último secuestrador resulta ser...
─¡Padre! ¡Al fín llegas! ─dijo esto Alberto Benítez.
─Bueno, ya terminó mi programa de comedia en la tele. Y bien, ¿qué quieren de mi? ─dijo esto el policía Bartolomé, padre de Alberto.
─¿Es en serio? ─dijo esto el detective Ramsés.
─¿Qué tal están sus vacaciones mi detective? Jajajajajajaja ─dijo esto el policía.
─¿Cómo lograste ocultar todas las pistas para que no te pudieran arrestar por todo esto que haces? ─cuestionó Rosa Valeria.
─¡Poder del guión! ─dijo con tono burlezco Bartolomé.
─¿Y qué logras con hacer todo este secuestro? ─siguió cuestionando la hija del detective Ramsés.
─¡Una trama para alguna historia! ─dijo esto aún más con tono de burla el poli.
─¡OH YA BASTA BARTOLOMÉ! ¡Les recuerdo a todos ustedes que esto es mi narrativa y mi historia! ─dijo Ramsés.
─¡Papá! ¡Qué es "NUESTRA" narrativa e historia! ¡Entiende! ─dijo Rosa Valeria.
─Bueno, es nuestra historia. ¡Y debe de finalizar ahora mismo! 
─¿Y cómo piensas liberarte de todo este secuestro mi detetctive? ─preguntó en tono burlezco el policía Bartolomé.
─¡Pues muy fácil! ¡Solo golpéame con esa sartén! ─dijo esto Ramsés.
─¿Qué? ─dijeron todos los demás en la habitación.
─¿Ahora quieres que te golpee? ¡Estás loco! ─dijo estas palabras el Bartolo.
─No tanto como ustedes, ¡ladrones de mi historia! ─desafió el detective Ramsés.
─Entonces no te golpearé. De seguro pensabas que si yo te golpeara, todo este suceso del secuestro  sería "todo un sueño" por parte tuyo. ¡Muy astuto mi detective! ─respondió el padre de Alberto.
─¡Oh rayos! ¡Descifró todo mi plan de emergencia! Me siento todo un idiota ahora mismo ─se dijo el detective Ramsés.
─¡Efectivamente! ─dijo con una sonrisa macabra el policía Bartolomé ─¡Hijo! ¡Pásame el cuchillo! ¡Es hora de darle punto final a esta narrativa!
─¡NO! ¡No le hagan daño a mi padre! ¡NO! ─dijo asustada Rosa Valeria.
─¡Jacinto! ¡Encíntala de nuevo! ─ordenó Bartolomé.
Jacinto Ulises procede a obedecer las órdenes que dijo el policía Bartolomé. Y después de esto, el detective Ramsés dice lo siguiente:
─Antes de que realices toda tu locura, tengo solo dos preguntas más que quisiera que me respondieras.
─¿Oh ya te diste por vencido mi detective? Me decepcionas pero está bien. Hazme las dos preguntas. Total, el protagonista de esta historia está a punto de colgar los tennis ─dijo esto el policía Bartolomé.
─¿En verdad todos ustedes son unos asesinos? ─dijo el detective Ramsés.
─Pues claro que si. ¿No estás viendo lo obvio que vamos a hacerte, mi detective? ─respondió el policía Bartolomé.
─¿En verdad? ─dijo esto el detective Ramsés.
─¡Qué sí! ¡Oh listo! ¡Ya son las dos preguntas! ¡Ahora descanse en paz! ─respondio Bartolomé.
─¡No! ¡Espera! ¡Esa no era la segunda pregunta que quería realizarte! ¡Te iba a preguntar el porqué tenerme secuestrado en todas estas semanas que han transcurrido! ¡No! ¡El cuchillo NOOO! ─estas fueron las últimas palabras del detective Ramsés.


NARRATIVA FINAL

¿Qué? ¿Esperaban un final mucho más emocionante? ¿Un plot twist? ¿En serio? ¿En verdad esperaban algo impactante por parte de este narrador? Jajajajaja ilusos todos los lectores. Bueno, está bien, ya basta de bromas. Aquí tienes la narrativa final de esta historia.

─¡NOOOO! ¡NOOOOOO! ¡NOOOOOOOOOOO!
─¡Detective Ramsés! ¡Reacciona! ¡No puede seguir durmiendo en ése escritorio!
─¿Qué? ¿Esmeralda? ¿Escritorio? ¿Estaba durmiendo?
─¡Ya le dije que si se siente muy cansado de esta oficina, mejor se vaya a dormir en su casa!
─¡Todo fue un sueño! ¡Un feo sueño! ¡Y demasiado raro, retorcido...
─¿Sueño?
─Ay Esmeralda. Tuve un sueño horrible en el que tú, tu hijo, el policía Bartolomé y su hijo, me secuestraron y me dieron matarile.
─¿Qué yo hice qué cosa?
─Oh, perdón. Tonterías mías. 
─Sí que debió de ser un sueño muy pesado. Y voy a ignorar el hecho de que me acabas de decir asesina. En fin, Bartolomé te estaba buscando. Dice que nos llegó un nuevo caso que quiere que resuelvas.
─¡Ahhhh más casos ya no!
─Detective Ramsés, este día anda con mucha flojera.
─Esmeralda, creo que necesito unas buenas vacaciones.
─Si claro. Puede descansar en cuanto resuelva este caso que nos llegó. Bartolomé dice que la victima está esperando en los asientos de esta estación.
─Pues ya no lo hagas esperar más, Esmeralda. ¡Qué pase a mi oficina ahora mismo!

Sale Esmeralda de la oficina y entra la victima que resulta ser...

─¡Detective! ¡Necesito de su ayuda! Mi nombre es Dennis G. Zill y mi problema es el siguiente.
─¡Ya no quiero más Cálculo Superior!

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